miércoles, 30 de abril de 2014

Matthew Sweet: Todos Esos soles Melancólicos Que Alumbraron Mis Amaneceres


Se dice que las montañas más altas de este planeta están ocultas a la vista. A kilómetros bajo las aguas oceánicas. Grandes, majestuosas, poderosas y llenas de historia.
Y en este mundo musical tan eventual, tan deslavazado y tan prostituido en ocasiones; también existen montañas bajo el mar. Grandes músicos que necesitan que te fuerces, que hundas tus orejas a cientos de kilómetros entre los sargazos de la industria y te asombres ante la absoluta solemnidad de esos autores que hunden su alma en lo más profundo del planeta música y se alzan imperturbables aunque nadie las mire.

Y Matthew Sweet es una montaña tímida, una montaña cargada de emociones, de una poderosa melancolía que dota a sus canciones de una luminosidad, como de tarde de otoño, con ese anhelo por un rayo de sol que acaricie tu rostro como la voz, intensa, dulce y cargada del color de los campos de fresas y el cielo por donde juega Lucy con diamantes que Sweet echa a volar en cada tema que interpreta.
Matthew nació el 6 de octubre de 1964, (así que ahora tienes Matthew cabronazo, 49 pero ya vas para los cincuenta...aaayyyy), nació, decía, en  Lincoln, Nebraska y desde que era un chaval se aferró a la música y la convirtió en un horizonte al que dirigirse, en un viento único que hinchase sus velas y lo trasportarse lejos de donde sus pies se hundían en el fango cotidiano.
Hay gente que tiene talento natural para crear melodías y canciones que se enredan en tu corazón para no abandonarte jamás. Jeff Lynne y el propio Sweet son dos ejemplos sobresalientes de esto que digo. La manera en que Matthew Sweet desarrolla canciones cargadas de un angélico veneno que se propaga en los coros, en las maneras en que las guitarras acústicas seducen a unas eléctricas borrachas de distorsión y una rabiosa necesidad de desparramarse, al más puro estilo Neil Young y sus punteos tormentosos, hacen de los temas de Sweet un disfrute para las orejas que buscan, embriagadas, esos detalles, ese viento que enreda melodía y crudeza, apasionados y dolorosos textos con una manera de entender la música que huye de cualquier clasificación. Matthew Sweet es PowerPop, en Rock N Roll, es Alt-Country, es Pop-Rock alternativo, sigue la senda de los Beatles, de la Velvet, de Neil Young y es, sobre todo, autentico, intenso y sincero en sus creaciones.

En el 85 firma un contrato con Columbia Records. Se marcha a Nueva York, y graba su primer disco en solitario, "Inside", que apareció en 1986. Obtiene buenas críticas  y para de contar. Éxito limitado, lo que pone fin a su contrato con Columbia.
 En 1988 firma un nuevo contrato, esta vez con A&M Records, que publica el segundo álbum en solitario, "Earth" de  1989, para el que Sweet cuenta con la colaboración de músicos como Robert Quine, antiguo colaborador de Lou Reed, y Richard Lloyd, guitarrista de la célebre banda Television. Y, no, tampoco este disco llegó a convertirse en un éxito, por lo que la casa discográfica A&M rescindió el contrato de Sweet cuando éste se encontraba embarcado en la producción de su tercer disco. Durante el año 1991, Sweet actuó como guitarrista de Lloyd Cole en sus giras por Estados Unidos, al tiempo que intentaba encontrar una discográfica que publicase su tercer LP. Finalmente lo logró con Zoo Entertainment, que publicó Girlfriend, un álbum en gran medida inspirado en su reciente divorcio, a finales de 1991. A lo largo del año siguiente, el álbum, y especialmente el tema del mismo nombre, la canción "Girlfriend", obtuvieron un éxito considerable. El vídeo "Girlfriend", inspirado en el anime japonés, fue emitido por los canales musicales MTV y MuchMusic. A finales de 1992, el álbum era ya disco de oro.

El nuevo álbum de Matthew Sweet, "Altered Beast" en 1993, tampoco logró emular el éxito de su predecesor. No fue recibido con entusiasmo por la crítica, aunque algunos de sus temas lograron cierta difusión en emisoras universitarias. En la primavera de 1994, Sweet editó un EP, Son of Altered Beast, y en 1995 un nuevo LP, "100% Fun", producido por Brendan O'Brien,  100% Fun fue el  disco con el que conocí al músico y, junto a "Girlfriend" el que  obtuvo las mejores críticas, siendo el tema "Sick Of Myself"  un grandisimo éxito y, para mi, una de las canciones de mi vida.
Y, al margen de los datos históricos, lógicamente, fusilados, la  obra de Matthew sweet fue y ha sido una constante en mi vida. Su manera de afrontar los sentimientos, de desnudar unas sensaciones que nos han empujado a simular, de llamar al dolor por su nombre, enfrentarle esa tristeza que se te come por dentro y salir del embate con magulladuras pero en pie, jodido pero entero y con el sentimiento poderoso y perdurable de que un pedazo de sol de verano se ha escondido en tu alma para siempre, es algo que se sigue produciendo en mi corazón, tras las escuchas de sus canciones, una sensación gloriosa, de batalla ganada, de atardecer en soledad y en calma; o de amanecer llegando a casa, tras haber perdido horas de tu vida de manera estúpida o gloriosa, tarareando suavemente "Looking at the Sun", "You Don't Love Me", "Hide" o "Ti´ll You Breaks", o exultantes himnos de patéticos triunfos como "We're the Same", "What Matters" "Sick of Myself" o "I Wanted to Tell You".

En mi vida, Matthew Sweet ha caminado como un pequeño rayo de sol en días invernales que parecían años. Su voz, dulce y limpia, su manera de dotar de melodía a cada frase, a cada guitarrazo, llenando cada nota de una luz pura e intensa que terminaba por quebrar la costra de pena y, sobre todo, de auto compasión con que vestimos una piel que debería, siempre, bañarse en la luz del sol y ser acariciada por la brisa de primavera.
Hace demasiado tiempo desde que Matthew no cubre sus canciones con esa magia que ha hecho que mi corazón tenga una gran avenida con su nombre. Los derroteros sonoros del de Lincoln no pasan por las estaciones donde espero esa música que llena mi vida de emociones. Hay un algo de tristeza, de esa que Matthew tan bien sabe reflejar en sus canciones, que me embarga al no llenar mis orejas con nuevos discos suyos. No obstante, espero, un tren que llegue un día, con la locomotora aullando con el sonido de mil guitarras distorsionadas, con el traqueteo dulce y delicioso de unos vagones mágicos y misteriosos pintados de los colores de la risa y el verano, de amaneceres dulces y desayunos adornados con el arco iris y el jajaja de ángeles borrachos cantando como becerros "So Far", "Where You Get Love" y, desde luego, "Sick Of Myself".






4 comentarios:

bernardo de andres dijo...

Uno de los más grandes . mas interesante lo último en materia de producción que en su propio trabaja pues ya que da muy lejano la maravilla de In reverse

Juanjo Mestre dijo...

Puedo parecer exagerado pero para mí es de las mejores discografías de los noventa. Gran post. SAludos.

jesuscierzo dijo...

Gran entrada , por necesaria ; suscribo por entero tus reflexiones y la sentencia de Johnny , antológicos discos aquellos en los fué acompañado por los primeros espadas Richard Lloyd y Robert Quine , uno de los mejores guitarristas que uno haya oido .
En mi casa Matthew tiene un puesto de honor , lo queremos como un amigo entrañable por tanto que nos dió y nos sigue dando .
Saludos !

Jose Navas dijo...

Matthew es un fijo en mi vida. Le tengo devocion sin entran en analisis. Me gustaron mucho sus disco de versiones!! Grandioso